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La conferencia

14 octubre, 2022 | Anécdotas, Libros, Lo que me pasa, Vivencias | No hay comentarios

      

                 Porfiria tiene 84 años, es una ávida lectora, ágil viajera, de una personalidad vivaracha. Siempre actualizada, lee el diario todos los días, e incluso cuando no le llega el ejemplar de papel a su casa, lo reclama para no quedarse sin información.

                       El canillita que lleva el diario a su casa, hace unos años tenía la llave del edificio para poder entrar a dejar los diarios a los usuarios, pero con el transcurso del tiempo, el cambio al diario en formato virtual, los grados de inseguridad que asustaron a todos de abrirle la puerta a extraños, hizo que el canillita tuviera que devolver la llave del edificio, o capaz cambiaron la combinación de la cerradura y ya no pudo entrar a edifico. Dos veces habrá probado si la llave funcionaba en la cerradura y a la tercera seguro que ni la llevó en el bolsillo.

                       Ante ese cambio de hábitos, Porfiria se levanta todos los días de la semana a las 6 sólo para abrirle la puerta al canillita que le lleva el diario hasta el piso 15 y se lo entrega en mano. En pleno invierno, optó por prepararle un café cortado, que el canillita se tomaba después de hacerle la entrega. Ni un gracias se le caía de la boca.  Al invierno siguiente Porfiria compró vasitos de plástico descartables para el canillita y le agregó una medialuna diaria. Ahí recién apareció el “gracias”.

                       Tanta lectura en tiempos de pandemia; tanto curso virtual; tanta radio y programa de actualidad, hicieron que leyera de todo, hasta llegar a los libros de Leonardo Padura, el escritor cubano. Empezó con la saga de unos libros, para luego continuar con otros y terminar leyendo el último que publicó, “Personas decentes”. Padura llegó a la Argentina desde su tierra natal, Cuba, con permiso para permanecer tres días y anunció que daba una conferencia en la Biblioteca Nacional.

                       Porfiria averiguó la línea de colectivo que la dejaba cerca de la Biblioteca, se vistió temprano, y pensó que si a la hora de salir no hacía frío, iría a escuchar a Padura. A las seis de la tarde agarró la cartera, dudó en llevar el libro para que se lo firme, pero prefirió no llevar peso, y caminó hasta la parada del 59 que la dejó a una cuadra de la Biblioteca Nacional.

                       Pensaba que solamente habría unas 10 personas para la conferencia; que estaba bueno que haya ido para sumarse a ese pequeño grupo de personas y que Padura sintiera que valió la pena haber venido hasta el fin del mundo para conferenciar. A medida que se acercaba a la puerta vio una fila importante de personas, unas doscientas calculó. Parecía que la conferencia no sería como lo esperaba.

                       Ingresó al auditorio, y se sentó al lado de una pareja de cubanos, simpáticos y habladores, que le dijeron que esperaban que Padura contara todo lo sabía, que no se callara nada. Que ojalá no hubiera interferencias ni momentos raros, a lo cual Porfiria les prestó atención sin entender mucho porqué lo decían.

                       Comenzó la conferencia, y el protagonista contó que se encontraba con su esposa, quien lo había acompañado los tres días a Buenos Aires. Relató anécdotas del libro hasta el momento en que incursionó en el argumento de “Personas decentes”. Los cubanos de la fila de Porfiria, se acomodaron en sus asientos y pusieron toda su atención auditiva en lo que decía, y cada tanto miraban para los costados como buscando algo o a alguien.

                       Padura contó que uno de los personajes de su libro era el mayor proxeneta de Cuba, que era alguien muy conocido; fundador de universidades y unas cuantas cosas más. Los cubanos casi saltaban de la alegría en sus butacas; Porfiria les preguntó porqué, y le dijeron que festejaban que no se había callado la boca, que era un hombre que siempre actuaba como pensaba que no le temía al régimen político de su país natal, y varias ideas más que rondaban la historia política de Cuba.

                       Siguió contando que para poder publicar sus primeros libros tuvo que hacerlo en Mexico, donde las ediciones eran bastante malas; Muy malas!, dijo una mujer del público, tanto que el libro que yo tengo no tiene incluido el final. -Exacto, dijo Padura. Esas son las malas ediciones.  

                     Terminó la conferencia y Porfiria salió fascinada de la tarde que se había animado a vivir, se fue caminando hasta la avenida para tomarse el colectivo de vuelta o, mejor todavía, un taxi hasta su casa. En el camino se unió a unos cubanos que salían de la conferencia y que caminaban para el mismo lado. Se terminó subiendo al colectivo 59 con una mujer que, apenas se sentaron, le empezó a preguntar porqué había ido a esa conferencia, si la habían invitado o si la había enviado a escuchar; y qué había pretendido encontrar en el discurso que había escuchado…

BICHA de CLAUDELINA

Libera esa magia

5 septiembre, 2022 | Anécdotas, Apuntes, Arte Textil, Libros, Reflexiones, Vivencias | No hay comentarios

Una amiga me recomendó un audiolibro, y como terminé de escuchar “El largo pétalo de mar” de Isabel Allende, y tenía en mi biblioteca el otro empecé a escucharlo en el auto rumbo al trabajo.

El libro se llama “Libera tu magia” de Elizabeth Gilbert, la autora de “Comer, rezar, amar”. Habla sobre la creatividad, las ideas creativas. En uno de los primeros capítulos dice que las ideas eligen a sus destinatarios, y que entre ellos se establece un contrato. Vendría a ser así: la creatividad me vuelca luz sobre algún proyecto que estoy gestando, y yo debo comprometerme a llevarlo adelante con atención, dedicándole tiempo hasta concluirlo.

Para ejemplificar la situación menciona el período en que estuvo investigando sobre una imaginaria autopista que se construiría en el Amazona; sobre quien sería la protagonista y cómo era su vida antes de tener que viajar a Brasil; lo que le sucedería una vez que la protagonista llegara al lugar y cómo resolvería el asunto. Pero un evento personal hizo que tuviera que dejar de lado el proyecto por más de un año, y cuando lo quiso retomar ya no contaba con la inspiración necesaria para continuarlo a pesar de tener todavía las fichas con los datos que había archivado sobre el argumento.

Un tiempo después fue a la conferencia de una mujer a la que no conocía. Cuando terminó de hablar, se le acercó para agradecerle su alocución, le dio un beso y a partir de allí comenzaron una amistad que duraría años. Como no vivían cerca, se comunicaban por carta, a pesar que ambas usaban la tecnología. Un día su amiga le comentó que ya tenía escritas cien páginas de una nueva novela, que se trataba de una autopista que se construía en el Amazonas, con algunas diferencias que la rodeaban respecto del proyecto de novela de Gilbert.

Gilbert nunca le había comentado de su proyecto inconcluso.

Tanta causalidad llevó a Gilbert a sostener que cuando la idea creativa la buscó a ella y no pudo llevarla a cabo, había incumplido el contrato implícito que se había generado entre ambos. Que la idea entonces buscó otro destinatario, y evidentemente lo encontró. La escritora cree que pasó de una a otra persona el día que se conoció con quien sería su gran amiga, y se dieron un beso como saludo. En ese momento la idea paso de una a otra.

Mi profesora de arte dice que los artistas tenemos un don que nos da el universo, que somos vehículos de ese don y que debemos compartirlos con nuestro prójimo. Por eso el artista trabaja, estudia, se perfecciona, para devolver al universo ese don que le ha sido dado.

¿Será eso así? Podemos creer que el don nos es dado por Dios, o por el universo. Es lo mismo, sólo depende de las creencias que tengamos. El punto es entender que si nos dan un don debemos saber cómo devolverlo. ¿Será que los dones nos son dados de acuerdo a nuestras facilidades artísticas, empresariales o deportivas? ¿Cómo saber que tenemos que prepararnos para poder recibir esos dones?

Si aceptamos esos dones y la forma en que nos eligen, debemos estar abiertos para recibirlos, honrarlos, trabajarlos cumpliendo con compromiso el contrato, y devolverlo al universo para que otros disfruten de él. Ahí debe radicar el verdadero compromiso del artista.

BICHA de CLAUDELINA

Felicidad sociable

5 marzo, 2020 | Apuntes, Libros, Reflexiones, Vivencias | No hay comentarios

…descubrimos que la felicidad guarda relación con el modo en que algunas cosas se convierten en bienes aún antes de que tengamos la fortuna de encontrarnos con ellas. Dirigirse hacia las cosas buenas es marchar en la dirección correcta. Y por ende es importante compartir esta dirección con otras personas. El club de fans o los grupos de hobbies hacen explícito lo que está implícito en la vida social; que tienden a gustarnos aquellas personas a las que les gustan las cosas que nos gustan. Es por ello que el vínculo social siempre está ligado a los sentimientos. Si nos hacen felices los mismos objetos -o si investimos los mismos objetos con esa supuesta capacidad-, nos dirigimos o nos orientamos en un mismo sentido.

Ser afectado de buen modo por objetos de antemano evaluados como buenos es una forma de pertenecer a una comunidad afectiva. Considerar a los mismos objetos como causa de felicidad nos alinea con otros.

Sara Ahmed, en la «Promesa de la felicidad».
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Leer o aburrirse

26 diciembre, 2019 | Apuntes, Ejercicio creativo, Libros, Lo que me pasa, Reflexiones | No hay comentarios

Me gusta Chéjov, ese médico que cuenta casi riéndose situaciones llenas de dolor. La habilidad de Chéjov es lograr que ese dolor sea intuido por los lectores, sacado por los lectores mismo desde ese fondo negro inexplicado. Ahí está el arrojo y la aventura de un lector: poner todo de sí, volcar su propia experiencia en la lectura, aceptar el juego, la invitación que el autor hace, como los chicos cuando dicen «dale que ahora somos piratas y ahora atacamos un barco y le prendemos fuego». El lector, el buen lector, contesta sí, dale, e inventa también el juego a su vez. Porque uno abre un libro y lo espera todo de ese libro. Uno está dispuesto a darse entero en la lectura, a darle atención, silencio, uno renuncia a la realidad cuando se abstrae leyendo, se transparenta, se ausenta. Está bien inventada la expresión volcarse a la lectura, porque uno se vacía hacia la palabra escrita y entrega la imaginación a esa existencia paralela, dispuesto a dejarse llevar…

Maniobras de evasión, Pedro Mairal, 2017

En las reuniones me aburro seguido. A veces creo que soy mi mejor compañía. aunque para sentir así debo estar acompañada, sino siento la soledad y me paralizo.

Me aburre sacar tema, y eso que no soy precisamente alguien que no los tiene. Me aburre la conversación que no fluye, prefiero la charla enardecida a la que se desarrolla en calma.

Creo que dos horas de visita son suficientes para ponerse al día, para contar nuestros proyectos, escuchar los del resto y partir a casa a leer un libro o ver un capítulo de Netflix.

Necesito pensamientos y conversaciones nutritivas. Debe ser que necesito optimizar el tiempo, ese bien escaso que no lo quiero regalar a nadie.

BICHA de CLAUDELINA

La compasión

2 diciembre, 2019 | Apuntes, Libros, Reflexiones | No hay comentarios

Un apunte sobre la Compasión:

«El primer requisito cognitivo de la compasión es una creencia o una evaluación según la cual el sufrimiento es grave, no trivial. El segundo es la creencia de que la persona no merece ese sufrimiento. El tercero la creencia según la cual las posibilidades de la personas que experimenta la emoción son parecidas a las del que padece el sufrimiento.»

Martha Nussbaum “Paisajes del Pensamiento…”

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