Categoría: Libros

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De los libros que tengo en la biblioteca elijo tres o cuatro por ahora, y le pido a cada uno de ellos que me inspiren como artista textil.

El primer libro es «Las Visitas» de Silvia Schujer que cuenta la historia de un niño de unos once años cuyo padre un día deja de ir a la casa después del trabajo; y la madre, la madrina y la hermana empiezan a prepararse un día para ir a visitarlo a su nueva vivienda. Preparan comida, van a la peluquería, se arreglan la ropa para estar impecables, y finalmente el domingo se levantan al alba, y caminan quince cuadras hasta la parada del ómnibus. A medida que avanza se llena con gente que también va en familia, con muchas bolsas de comida, frazadas y algún abrigo. La mayoría son mujeres y niños como el protagonista. Después de varias horas de viaje se devela el misterio del nuevo lugar donde vive el padre: la cárcel de Caseros. Su sorpresa es tan grande que durante toda la visita no puede hablar. Después le reclamará a su hermana mayor que no le haya contado adónde iban.

Así comienza la historia que continuará relatando las sensaciones del protagonista cuando deba ir a la escuela ahora sabiendo adónde está su padre y le pregunten por él. Se debatirá entre decir si trabajando o viajando, nunca la verdad que lo estigmatiza, que lo envuelve como un manto que abriga, ahoga, aprieta, y que lo hace visible. Si lo hiciera invisible podría andar por todos lados sin que lo vieran. A medida que avanza la historia, irá solo a visitar al padre, tomará siempre el mismo colectivo y el chofer será su nuevo compañero.

Otro de los libros es «Cárceles«, escrito por los periodistas Eduardo Anguita y Daniel Cecchini que trata sobre el funcionamiento del estado en el “otro subsuelo de la patria” como lo anuncia el subtítulo. Los organismos que institucionalmente se ocupan de los presos, hombres y mujeres, de sus necesidades, de sus ausencias, de su salud, y su libertad. Los autores aportan las normas dictadas por el congreso nacional que tratan estos temas, algunas de las cuales son tan antiguas que hasta las palabras que se usaron para su redacción reflejan los años en que se crearon. Situaciones injustas podrá haber muchas, quizás tantas como las creadas por quienes eligieron la cárcel como destino, pero también desnuda la inexistencia de camino de salida después del encierro. Sacan a la luz la incapacidad del estado en asistir a las personas para que se reinserten en la sociedad, la intolerancia de sus integrantes y la ilusión de que puedan aprender a convivir. Unos porque quieren reingresar a esa sociedad y otros porque deben aprender a incluirlos en ella. En esa transición el estado parece no aportar ninguna herramienta que aliente algún deseo de redención de los convictos; que les muestre, los asista, los obligue, los ayude a querer formar parte de una sociedad que trabaja, va a la escuela, educa a sus niños y los cuida, apoya a las familias y las une. 

El último libro es “Señales que precederán el fin del mundo” de Yuri Herrera, una narconovela que se incluye en el género de literatura de frontera. Sin nombrar ni una sola vez en unas 110 páginas a México o a los Estados Unidos, ni a la mafia, ni a los jefes narco, a la droga o a la corrupción, el autor cuenta el viaje de una mujer que debe llevarle un mensaje a su hermano por pedido de su madre, para lo cual deberá cruzar la frontera caliente. Escrita en lunfardo mexicano está destinada a ser rechazada por la dificultad que presentan las palabras en su lectura, alguna de las cuales hasta son inventadas. Los capítulos del libros están divididos como las 9 puertas que llevan las almas al inframundo según la cultura Mictlán. La maestría de la escritura brinda un relato de aventuras que suceden en un campo minado de peligros, llámense violación, muerte y tortura, y que hace del libro de Herrera una joyita que merecer ser leída dos veces. La primera para entenderla, la segunda para disfrutarla.

BICHA de CLAUDELINA

El club de lectura (pero sin libros)

9 octubre, 2023 | Apuntes, Ejercicio creativo, Libros | No hay comentarios

Me anoté en un Club de Lectura. Nos juntamos el primer martes de cada mes, la profesora-guía nos dio en enero el plan de lectura del año para poder tener con nosotros todos los libros que se van a leer.

Somos nueve, algunos viviendo en Argentina, otros en Uruguay. Voy por el mes cuatro y ya me siento que no pertenezco a ese grupo.

Hay varias situaciones para comentar. 

Veamos.

El grupo no tiene humor, no se le cae un chiste a nadie. No hay un solo comentario que permita distender un encuentro de dos horas, una vez por mes, en el que conversamos desde nuestra casa por videoconferencia un libro que leímos algunos. Si, algunos.

Por diversos motivos no todos tienen o consiguen los libros que hay que leer. Porque en Argentina no los venden. Porque en Uruguay no los venden.

Pero, señores! Si en enero ya teníamos la lista de libros! Porqué no los compraron online, por Amazon, Penguin Random House, Bajalibros, en formato digital, o como sea. Si no supieron hacerlo no es excusa, la profesora-guía lo explicó en cada uno de los encuentros cómo se podía comprar online, y eso que ella está en la Paloma, en Uruguay, viviendo en una cabaña rústica, mínima, al menos así se ve en la pantalla de los encuentros. 

Ella se llevó todos los libros preparada para aportar su bagage literario en los encuentros. En ese lugar tiene internet de buena calidad porque nunca se le corta la transmisión y envía extras de cada clase con links a reportajes, trailers de películas, y textos para enriquecer el análisis de los libros, todo lo cual envía por correo electrónico al día siguiente.

Ayer nos encontramos y analizamos un libro de Yuri Herrera que forma parte de la literatura de frontera y la narcoescritura, “Señales que preceden el final del mundo”. Difícil de leer por estar escrito en lunfardo mexicano, pero la profesora-guía explicó que había sido traducido a muchos idiomas y se estudiaba en las universidades. Un misterio que había que develar. 

Un libro escrito incluso con palabras inventadas que se usa como material de estudio merecía que le diéramos una segunda lectura. Uno solo de mis compañeros hizo un análisis del libro de manera espectacular analizando cada personaje y lo que le transmitió. El resto de nosotros comentamos apenas la lectura por arriba, mi comentario estuvo centrado en el narcotráfico ya que mi vocación de abogada penalista, especialista en Derecho Penal, con cursos en la ONU sobre narcóticos y muchas yerbas más no me permitió orientar la lectura para otro lado, y eso que esa parte del libro está expuesta por debajo de la lectura que se hace del personaje principal Makina. 

El libro no menciona ni una vez los sucesos que conocemos todos de la frontera caliente de Mexico con Estados Unidos, ni la cantidad de jefes de la narcomafia con los que Makina debe contactarse para encontrarse finalmente, del otro lado de la frontera, con su hermano.

Terminado el análisis del libro, pasamos a repasar las próximas lecturas. Volvimos a comentar lo difícil de conseguir el libro del mes nueve, Otra vez!, para que la profesora-guía nos diga que podríamos haberlo encargado ya en enero para tenerlo en nuestras manos al momento del encuentro, previa lectura claro.

Buscamos en internet, miramos precios y el libro salía sesenta dólares, tiramos tiempos de entrega, aportamos información sobre el tema, encontramos que se conseguía por treinta y cinco dólares. En un momento sugerí que podíamos comprarlo como libro digital por seis dólares, que me parecía un precio accesible. Silencio. Más silencio. Treinta segundos de silencio. 

Habré dicho algo mal? Se me habrá escapado el candidato por el que voté las últimas elecciones, y el resto era de la oposición? Estará mal hablar de dólares? 

Al final cada libro abría un callejón de misterios, de los alumnos, no del argumento.

BICHA de CLAUDELINA

Escribir en las redes

28 agosto, 2023 | Apuntes, Libros, Lo que me pasa, Sin categoría, Vivencias | No hay comentarios

Reflexionemos sobre la forma de escribir en Instagram, o en el blog de Espacio Claudelina, en el que comparto patrones de tejido y notas de arte textil.

Entiendo que es necesario en contra un rumbo para que cada foto publicada vaya acompañada más poesía y no de un vocabulario tan duro. No me olvido que soy abogada y escribo mucho desde allí, con un vocabulario duro, formal, estricto, y que no se condice con el mundo textil o los comentarios de libros en Instagram de este blog de escritura.

¿Será por eso que hay menos «me gusta»? O será necesario espaciar un poco las publicaciones? ¿Cómo saberlo?

A lo mejor es necesario seguir un plan trazado como sugieren algunos que se dicen especialistas, y armar un calendario en el que se pauten ordenadamente las publicaciones, se las haga intercaladas por temas, y quedan pautadas para todo el mes. El tema es cumplirlas después.

Hay varios cursos de «storytelling» que enseñan las formas en hacer fluido el mensaje, encontrar el texto correcto para una foto e particular, y así cada post tenga un valor por si mismo y rinda sus frutos. No pierdo de vista que hay que hablarle al nicho, y si ese texto es un poco poético y fluye su lectura, lo van a agradecer.

A lo mejor es que puede suceder que las redes sociales cansan; que cada tanto hay que dar un vuelco o avanzar, y así con compré un curso en Domestika para diseñar los fondos de los bordados de los trabajos textiles que hago, a partir de dibujos sobre papel que finalmente me inspiró la terminar cuatro trabajos.

¡Qué dilema! Mientras tanto les comparto lo que fui encontrando luego de bucear las redes para ayudarme a avanzar en la escritura en redes sociales.

Domestika:

Compré los cursos de Polina Oshu sobre ilustración y otro de bordado

Libros:

Me compré el libro de Storytelling en formato ebook de Carlos Salas que se llama «Storytelling, la escritura mágica. Técnicas para ordenar las ideas, escribir con facilidad y lograr que te lean.»

Otros datos organizativos:

Les comparto también la página de Gloria Cervelló y también las ideas (en inglés) de Designer Blogs con muchas ideas para redes sociales blogs y la vida misma del internauta. Pueden buscar ahí ideas, protectores de pantalla, y tips.

BICHA DE CLAUDELINA

La conferencia

14 octubre, 2022 | Anécdotas, Libros, Lo que me pasa, Vivencias | No hay comentarios

      

                 Porfiria tiene 84 años, es una ávida lectora, ágil viajera, de una personalidad vivaracha. Siempre actualizada, lee el diario todos los días, e incluso cuando no le llega el ejemplar de papel a su casa, lo reclama para no quedarse sin información.

                       El canillita que lleva el diario a su casa, hace unos años tenía la llave del edificio para poder entrar a dejar los diarios a los usuarios, pero con el transcurso del tiempo, el cambio al diario en formato virtual, los grados de inseguridad que asustaron a todos de abrirle la puerta a extraños, hizo que el canillita tuviera que devolver la llave del edificio, o capaz cambiaron la combinación de la cerradura y ya no pudo entrar a edifico. Dos veces habrá probado si la llave funcionaba en la cerradura y a la tercera seguro que ni la llevó en el bolsillo.

                       Ante ese cambio de hábitos, Porfiria se levanta todos los días de la semana a las 6 sólo para abrirle la puerta al canillita que le lleva el diario hasta el piso 15 y se lo entrega en mano. En pleno invierno, optó por prepararle un café cortado, que el canillita se tomaba después de hacerle la entrega. Ni un gracias se le caía de la boca.  Al invierno siguiente Porfiria compró vasitos de plástico descartables para el canillita y le agregó una medialuna diaria. Ahí recién apareció el “gracias”.

                       Tanta lectura en tiempos de pandemia; tanto curso virtual; tanta radio y programa de actualidad, hicieron que leyera de todo, hasta llegar a los libros de Leonardo Padura, el escritor cubano. Empezó con la saga de unos libros, para luego continuar con otros y terminar leyendo el último que publicó, “Personas decentes”. Padura llegó a la Argentina desde su tierra natal, Cuba, con permiso para permanecer tres días y anunció que daba una conferencia en la Biblioteca Nacional.

                       Porfiria averiguó la línea de colectivo que la dejaba cerca de la Biblioteca, se vistió temprano, y pensó que si a la hora de salir no hacía frío, iría a escuchar a Padura. A las seis de la tarde agarró la cartera, dudó en llevar el libro para que se lo firme, pero prefirió no llevar peso, y caminó hasta la parada del 59 que la dejó a una cuadra de la Biblioteca Nacional.

                       Pensaba que solamente habría unas 10 personas para la conferencia; que estaba bueno que haya ido para sumarse a ese pequeño grupo de personas y que Padura sintiera que valió la pena haber venido hasta el fin del mundo para conferenciar. A medida que se acercaba a la puerta vio una fila importante de personas, unas doscientas calculó. Parecía que la conferencia no sería como lo esperaba.

                       Ingresó al auditorio, y se sentó al lado de una pareja de cubanos, simpáticos y habladores, que le dijeron que esperaban que Padura contara todo lo sabía, que no se callara nada. Que ojalá no hubiera interferencias ni momentos raros, a lo cual Porfiria les prestó atención sin entender mucho porqué lo decían.

                       Comenzó la conferencia, y el protagonista contó que se encontraba con su esposa, quien lo había acompañado los tres días a Buenos Aires. Relató anécdotas del libro hasta el momento en que incursionó en el argumento de “Personas decentes”. Los cubanos de la fila de Porfiria, se acomodaron en sus asientos y pusieron toda su atención auditiva en lo que decía, y cada tanto miraban para los costados como buscando algo o a alguien.

                       Padura contó que uno de los personajes de su libro era el mayor proxeneta de Cuba, que era alguien muy conocido; fundador de universidades y unas cuantas cosas más. Los cubanos casi saltaban de la alegría en sus butacas; Porfiria les preguntó porqué, y le dijeron que festejaban que no se había callado la boca, que era un hombre que siempre actuaba como pensaba que no le temía al régimen político de su país natal, y varias ideas más que rondaban la historia política de Cuba.

                       Siguió contando que para poder publicar sus primeros libros tuvo que hacerlo en Mexico, donde las ediciones eran bastante malas; Muy malas!, dijo una mujer del público, tanto que el libro que yo tengo no tiene incluido el final. -Exacto, dijo Padura. Esas son las malas ediciones.  

                     Terminó la conferencia y Porfiria salió fascinada de la tarde que se había animado a vivir, se fue caminando hasta la avenida para tomarse el colectivo de vuelta o, mejor todavía, un taxi hasta su casa. En el camino se unió a unos cubanos que salían de la conferencia y que caminaban para el mismo lado. Se terminó subiendo al colectivo 59 con una mujer que, apenas se sentaron, le empezó a preguntar porqué había ido a esa conferencia, si la habían invitado o si la había enviado a escuchar; y qué había pretendido encontrar en el discurso que había escuchado…

BICHA de CLAUDELINA

Libera esa magia

5 septiembre, 2022 | Anécdotas, Apuntes, Arte Textil, Libros, Reflexiones, Vivencias | No hay comentarios

Una amiga me recomendó un audiolibro, y como terminé de escuchar “El largo pétalo de mar” de Isabel Allende, y tenía en mi biblioteca el otro empecé a escucharlo en el auto rumbo al trabajo.

El libro se llama “Libera tu magia” de Elizabeth Gilbert, la autora de “Comer, rezar, amar”. Habla sobre la creatividad, las ideas creativas. En uno de los primeros capítulos dice que las ideas eligen a sus destinatarios, y que entre ellos se establece un contrato. Vendría a ser así: la creatividad me vuelca luz sobre algún proyecto que estoy gestando, y yo debo comprometerme a llevarlo adelante con atención, dedicándole tiempo hasta concluirlo.

Para ejemplificar la situación menciona el período en que estuvo investigando sobre una imaginaria autopista que se construiría en el Amazona; sobre quien sería la protagonista y cómo era su vida antes de tener que viajar a Brasil; lo que le sucedería una vez que la protagonista llegara al lugar y cómo resolvería el asunto. Pero un evento personal hizo que tuviera que dejar de lado el proyecto por más de un año, y cuando lo quiso retomar ya no contaba con la inspiración necesaria para continuarlo a pesar de tener todavía las fichas con los datos que había archivado sobre el argumento.

Un tiempo después fue a la conferencia de una mujer a la que no conocía. Cuando terminó de hablar, se le acercó para agradecerle su alocución, le dio un beso y a partir de allí comenzaron una amistad que duraría años. Como no vivían cerca, se comunicaban por carta, a pesar que ambas usaban la tecnología. Un día su amiga le comentó que ya tenía escritas cien páginas de una nueva novela, que se trataba de una autopista que se construía en el Amazonas, con algunas diferencias que la rodeaban respecto del proyecto de novela de Gilbert.

Gilbert nunca le había comentado de su proyecto inconcluso.

Tanta causalidad llevó a Gilbert a sostener que cuando la idea creativa la buscó a ella y no pudo llevarla a cabo, había incumplido el contrato implícito que se había generado entre ambos. Que la idea entonces buscó otro destinatario, y evidentemente lo encontró. La escritora cree que pasó de una a otra persona el día que se conoció con quien sería su gran amiga, y se dieron un beso como saludo. En ese momento la idea paso de una a otra.

Mi profesora de arte dice que los artistas tenemos un don que nos da el universo, que somos vehículos de ese don y que debemos compartirlos con nuestro prójimo. Por eso el artista trabaja, estudia, se perfecciona, para devolver al universo ese don que le ha sido dado.

¿Será eso así? Podemos creer que el don nos es dado por Dios, o por el universo. Es lo mismo, sólo depende de las creencias que tengamos. El punto es entender que si nos dan un don debemos saber cómo devolverlo. ¿Será que los dones nos son dados de acuerdo a nuestras facilidades artísticas, empresariales o deportivas? ¿Cómo saber que tenemos que prepararnos para poder recibir esos dones?

Si aceptamos esos dones y la forma en que nos eligen, debemos estar abiertos para recibirlos, honrarlos, trabajarlos cumpliendo con compromiso el contrato, y devolverlo al universo para que otros disfruten de él. Ahí debe radicar el verdadero compromiso del artista.

BICHA de CLAUDELINA