-Talpone, a la dirección!, dijo la monja.
Y allá voy por el
pasillo arrastrando los pies para demorar la llegada; levantando la cera de los
cerámicos que pusieron las hermanitas tan hacendosamente.
Gordo. Panzón. Bola.
Todo vale para llamar a Ramiro. Los compañeros de quinto
grado siempre hacen lo mismo.
Flaco. Palito. Fideo.
Así me dicen a mí, lo cual no es ninguna ventaja. ¿A qué
chica le gusta un flaquito sin músculos? Pura altura, poca fuerza, pareciera
que con el aliento me van a voltear.
En cambio a Ramiro siempre le sale una sonrisa que te
envuelve y enamora.
Ramiro es mi amigo.
Cuando tiene figuritas repetidas me las comparte. A la
salida del colegio me espera para volver junto a nuestras casas.
Todos los días mamá me pone un paquete entero de galletitas
en una bolsita para que las coma en la merienda. Ella cree que con todas esas
galletitas estaré alimentado, seré fuerte y sano, y yo lo que quiero es ser
forzudo, tener músculos para poder patear mejores goles y que las chicas me
miren. Yo como dos galletitas, y el resto se las comparto a Ramiro.
-Talpone, siéntese que vamos a conversar, dice la monja.
Algunos días los chicos se ponen intensos. Todos los del
grupo de Sergio, saltan, corren y hablan cuando él les da cabida. Para que eso
suceda Sergio tiene que estar de humor. ¿Qué le pasará a ese tipo que es tan
cambiante? No sé qué tiene, pero el grupo lo sigue, y el blanco de sus
diversiones es Ramiro.
Gordo. Panzón. Bola.
Así le dicen cuando Sergio les hace un guiño. Y allá van
ellos a mortificarlo.
El grupo y Sergio no juegan al fútbol en los recreos. Son
tristes, unos pechos fríos. Ni idea tienen de lo que se siente cuando la pelota
se desprende de tu pie, hace trayectoria y entra en el arco. No tienen garganta
para gritar un gol. Yo para eso me entreno cuando voy a la cancha con papá. Son
amargos, sin fútbol y sin goles no tienen alegrías. Por eso se la agarran con
Ramiro.
-Gordo, bola, le dicen y se ríen como esos animales que
pasan por NatGeo que parecen que están siempre gastando al prójimo de la selva.
-Talpone, me han contado lo que pasó en el aula. ¿Podría
contármelo usted también?
-Bueno hermana, la cosa fue así: estábamos en el aula, en
medio de la clase de geografía y la profesora le pregunto a Ramido Yañez cuál
era el río de la India en el cual se realizan las ceremonias de cremación y
Ramiro en vez de decir el Río Ganges, dijo el Rió Tanger. Se equivocó por
poquito, hermana.
-Y después que pasó?
-El grupo de Sergio se empezó a reír y Sergio se le acercó y
le dijo al oído “gordo.panzón.bola y tarado”. Lo escuché perfecto porque yo me
siento atrás de Sergio.
-Y? Siga…
-Y entonces como ya estoy cansado de esas bromas y, primero
de todo, Ramiro es mi amigo, lo defendí.
-Si, Talpone, usted lo defendió pero le clavó una birome a
Sergio en la espalda.
-Cierto hermana, la próxima vez que lo ataquen defiéndalo usted.
BICHA de CLAUDELINA