Todas las imágenes desaparecerán
12 noviembre, 2021 | Vivencias | No hay comentarios
Los chicos en la calle de tierra corriendo carreras con las bicicletas en el barro
Las gatapeludas en los tilos, y la abuela Lina haciendo un cucurucho con el diario, al que lo prendía fuego para hacer una antorcha que luego acercaba al nido de los gusanos con pelos.
La pileta de la casa de City Bell llena de agua estancada en invierno. El agua le llega hasta la mitad de su profundidad, y está llena de hojas grandes de los robles que se fueron pudriendo. En toda la superficie se pueden ver sapos que nadan entre las hojas y la mugre.
A la tardecita, aburridos, los chicos toman la red para limpiar la pileta, cazan a los sapos y los tiran como una catapulta por encima de la ligustrina. El que más lejos tira el sapo es el ganador. No importa si al rato pasa un auto por la calle y el sapo queda debajo de la rueda.
La glicina que creció en la parte de atrás del jardín es preciosa. Sus flores son de color lila, si, no llegan a ser violetas. El perfume que se siente es cautivante, de una forma amorosa; es dulce, envolvente. A la siesta los chicos fueron a sentarse a la sombra de la glicina y les apareció una araña peluda enorme.
El auto de la tía de los chicos es un fitito, allí entran todos los amigos. Hay que apretarse un poco nomás. El sábado a la noche los adultos se van a bailar al boliche, y los chicos se quedan con la tía . Como a ella le gusta ver la serie inglesa que dan a la diez, que es de misterio, para que los chicos se queden callados, los lleva al kiosco y eligen todas las golosinas que quieran.
En el kiosco de la diagonal y calle 15, el de María, venden revistas importadas. De las mejores. Hola, Tejidos Sandra, y otras. Los primeros sábados de cada mes los chicos van con la tía a comprarlas, y les agregan las golosinas para la serie de la noche.
La abuela Lina sale todas las tardes a regar sus rosas rococó rojas. Combate las hormigas, les echa veneno en polvo y, por las dudas, espanta a los perros para que no la sigan y puedan envenenarse. Un año apareció una tortuga de cierto tamaño, y salían juntas a regar. Apenas Lina prendía la canilla para que el agua llegara a las plantas a través de la manguera, la tortuga aparecía, y caminaba lentamente a medida que iban rodeando la casa con el riego.
En el cuartito del fondo había un montón de herramientas para la huerta. El techo era de tejas pero el piso de tierra, o había sido de material y ya no quedaba nada. Ahí el abuelo Adolfo tenía pollitos. Cuando eran recién nacidos los tenía en una jaula en el garage de material; cuando crecían los pasaba al galpón del fondo. A fin de año alguno caía primero en las manos de Lina y después en la parrilla de Adolfo.
BICHA de CLAUDELINA