Los pasos

26 julio, 2021 | Vivencias | No hay comentarios

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Nos habían prestado la casa porque les habíamos hecho un favor a los dueños hacía un tiempo. Al final las buenas acciones tienen recompensa. Así que preparamos algo de ropa, toallas para disfrutar de la pileta, sábanas y quilts y nos fuimos  instalar por un mes en la casa de City Bell.

Calle 15 y 508, una esquina preciosa. La casa era de estilo, muy bien conservada aunque tenía la cantidad justa de muebles. Lindo parque y mejor pileta.

Una galería adelante rodeada de Santa Ritas, otra detrás de la casa con acceso directo a la pileta, dos habitaciones grandes, una con dos camas de una plaza y otra con una cama de dos plazas. Por una escalera en el pasillo se subía a un altillo que había sido decorado como una habitación para niños. Era como un pequeño paraíso con ventanas mínimas y mucho sol entrando a través las cortinas.

Era viernes, hicimos asado y estábamos con nuestro hijo, y dos invitados, Abraham y su hija Carmela. Hacía calor, nos quedamos en la terraza trasera conversando.

De pronto escuchamos ruidos entre los arbustos. Es el viento dijo Abraham, no, el camión de la basura que está llegando a la esquina de la casa; o era algún gato del barrio que salía de festejo los viernes?

Seguimos charlando, aprovechando la tranquilidad de enero, el calor de la noche, la posibilidad de estar relajados y cómodos. Carmela nos contó que había aprendido a andar en bicicleta sin rueditas y ya a la tarde nos había mostrado como nadaba sin salvavidas ni bracitos.

Más ruidos, parecía pasos que se acercaban. Nos incomodó el ruido, nos acomodamos en los asientos algo excitados, Carmela dijo que eran dos ojitos chiquitos que nos miraban. Corrimos los asientos un poco alejados de los arbustos, hacia la zona de la pileta, y seguimos conversando.

El fútbol era el tema del momento, la formación de los equipos, si ganaría Estudiantes de la Plata o Gimnasia, la charla podía hacerse eterna, cuando de pronto aparecieron. Eran dos comadrejas enormes, del tamaño de un perro labrador. Overas. Con el pelo de mil colores, cuando nos miramos los hombres contra los animales el tiempo se congeló. Pareció que todos nos sorprendimos.

Nosotros, por ser gente de departamento que solamente está acostumbrada a animales pequeños o domésticos; y las comadrejas porque no estaban acostumbradas a ver gente. La casa había estado desocupada todo el año hasta que llegamos nosotros en enero. Las espantamos con un par de gritos y retrocedieron hasta la ligustrina. Allí ambas se miraron y una empezó a gritarle a la otra. Parecía que le reclamaba, chillaba como enfurecida. La otra bajaba la cabeza y no le respondía.

Nosotros agarramos una escoba y un balde que puse debajo de la canilla para juntar el agua que las espantaría, cuando podría haber corrido a la pileta y hacerlo de un zarpazo, pero mi educación de departamento no me avivó para ello. La comadreja chillona volvió sobre sus pasos, regresó al arbusto, nos miró y siguió caminando hacia la esquina del terreno donde estaba el cajón de madera en el que se depositaba la basura diariamente. Se trepó, abrió las bolsas, tomó unos restos de comida, y se volvió hacia el fondo del terreno junto a su casal.

Después de todo había ido a buscar la cena para sus cachorros.

BICHA de CLAUDELINA

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Osobicha

Hola soy Bicha, de Espacio Claudelina, el blog de tejido, crochet y patchwork; y de Reflexiones de Claudelina y Pitoco, un blog de escritura para divertirte y reflexionar. Pasá, disfrutá de la lectura, paseá conmigo a través de la escritura, observá las imágenes que se describen, comentá las emociones que te despierta ese panorama, compartilo.

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