Margarita

27 mayo, 2019 | Apuntes, Reflexiones, Vivencias | No hay comentarios

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Cuando tenía 15 años me fui a vivir a Wichita, Kansas, en los Estados Unidos. Estuve allí durante 6 meses con una familia americana que me alojó en su casa mientras duró mi intercambio estudiantil. 

La familia Davis generosamente me consiguió una beca en el colegio Bishop Caroll High School adonde cursaba tercer año. El colegio era enorme, con un gran campo de deportes que en invierno no se usaba por la cantidad de nieve que cae en esa zona.

Al llegar al colegio tuve la suerte que el director fuera de origen mexicano, por lo cual dí por hecho que podría fácilmente comunicarme con él en español, al menos los primeros días hasta que me aclimatara. 

Error. Sólo quiso hablarme en inglés.

El primer día me indicaron cual era mi “locker”, que no pude abrir hasta que aprendí que al candado se le deben dar varias vueltas antes de poner la combinación; me señalaron cuáles eran las clases a las que asistiría, dónde era el comedor, y qué ropa ponerme para ir al campo de deportes.

Fueron pasando los primeros días, y en una almuerzo conocí a Margarita. Una alegre venezolana que había emigrado junto a su madre hacia aquellos parajes. Margarita siempre estaba acompañada por su amiga Kathy, una mujer americana que procuraba aprender español, y lo hablaba muy bien. Margarita y Kathy fueron mi remanso para poder hablar en mi idioma madre aquellos asuntos que me preocupaban a los 15 años, sumado a las costumbres de un país nuevo para mí que sólo podía conocerse a través de la televisión. Era el año 1978.

Después de 6 meses de intercambio me volví a Buenos Aires, y la vida siguió su curso. No recuerdo haber mantenido contacto con Margarita en los tiempos en que no existía internet, el correo electrónico ni las ni redes sociales.

Treinta años después una compañera de trabajo me dice que me había “googleado” y que había visto que alguien me buscaba en esas páginas de internet en que la gente busca a familiares y amigos. Luego de pasarme un día entero tratando de saber quién me buscaba, encontré por fin a mi fan, era Margarita.

Intercambiamos teléfonos y nos reencontramos. Su madre había vuelto a Venezuela y las cosas se iban complicando para poder verla y ayudarla. Margarita se había casado, tenía dos hijos, y se había vuelto a casar. Ahora era Margarita Yeandle y vivía en Texas.

En el interín yo también me había casado y tenido hijos. Hablamos por teléfono varias veces y me fui enterando de su vida y su trabajo como docente.

Cuántos misterios que nos guarda la vida! Mantener intacto el recuerdo de aquellas personas que conocimos en nuestra adolescencia a más de 9000 kilómetros de nuestra casa, y que 30 años después una llamada telefónica nos devuelva las imágenes de esos tiempos, es como abrir los cajones de la memoria y observar los hechos tal cual sucedieron.

En estos días fue mi cumpleaños, y en el facebook me apareció este mensaje “Dios te bendiga, mi recordada Sandra Onetti, abrazos y mejores deseos para ti,  en este maravilloso día de cumpleaños 🎂Happy Birthday, my dear friend💗💖💝💞”.

Gracias @margaritayeandle

BICHA de CLAUDELINA 

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Osobicha

Hola soy Bicha, de Espacio Claudelina, el blog de tejido, crochet y patchwork; y de Reflexiones de Claudelina y Pitoco, un blog de escritura para divertirte y reflexionar. Pasá, disfrutá de la lectura, paseá conmigo a través de la escritura, observá las imágenes que se describen, comentá las emociones que te despierta ese panorama, compartilo.

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