Si yo te miro es porque me interesas? O te miro porque no puedo dejar de mirarte, así nomás?

No siempre mirar al otro significa admirarlo.

Mirar al otro también se traduce en un imán de una conducta que nos hace mal. Te miro porque me molestas, pero no puedo dejar de hacerlo.

Cuando te miro debés reflejar algo que no quiero, algo que no adopto para mi vida, pero que no puedo dejar de mirar.

Debés representar aquello que no busco para mi vida, como el desorden, el desdén, la mala educación.

Pero cuál es el imán que me lleva a mirarte, seguirte con la mirada, y volver a mirarte?

Si miro al que me sonríe, me acompaña y me divierte, porqué no me quedo mirando a éste en vez de mirarte  vos, cuando tus actitudes son mezquinas e indiferentes?

En realidad creo que te miro porque no puedo creer lo que veo. No puedo creer que yo esté trabajando, y vos estés descansando en tu lugar de trabajo.

Te miro porque llamas la atención con cualquier actitud, y yo dosifico mis energías para usarlas solamente en las cosas que me nutren.

Te debo mirar porque no puedo creer que tengas una vida sin proyectos, y que necesites llamar la atención para pasar el día como si los tuvieras.

Ahora me avivé.

Yo te miro, tú no me miras.

No te miro más.

No contarás más con mi atención. No formarás parte de mi mundo de energías positivas, tampoco las negativas porque procuro no tenerlas.

No tendrás más el privilegio de que yo te mire. Busca otra mirada, si es que la encuentras.

Yo no.

Ahora … me siento más liviana.